Retos de la Inteligencia Artificial y otras Inteligencias

“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, se preguntaba el novelista Philip K. Dick. En esas líneas se dibuja la posibilidad de que las máquinas logren lo que se considera una de las actividades que más distinguen al ser humano: la capacidad de soñar.

¿Puede la Inteligencia Artificial simular nuestras emociones más profundas? En la película Blade Runner, basada en el relato de Philip K. Dick, un replicante, un ser humano creado por la bioingeniería, reflexiona sobre su percepción con una nostalgia que se parece a la nuestra: “He visto estrellas brillar en la noche con mil colores. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, igual que las lágrimas en la lluvia”.

Estos escenarios de ciencia-ficción se están acercando a nuestras vidas más pronto de lo que imaginábamos. De acuerdo con Ray Kurzweil, inventor y experto en informática, en el año 2045, la gran explosión de conocimiento humano que nos traen nuestras computadoras, permitirá multiplicar nuestra capacidad intelectual por mil millones de veces. Esto representará un cambio tan profundo y único que él denomina “la singularidad”, una transición de fase en el desarrollo de nuestra inteligencia y la de las máquinas. El historiador Yuval Harari habla del paso del Homo Sapiens al Homo Deus con todos los problemas civilizatorios que esto conllevará. ¿Cómo se definirán seres humanos y los aparatos artificiales en estos mestizajes?

¿Cómo enfrentar estos retos? A la manera de Umberto Eco, podríamos decir que hay dos posturas esenciales que él postulo de cara a la cultura de masas: la de los apocalípticos contra la de los integrados. Veamos de qué se trata. Una de las promesas de la inteligencia artificial es que tendremos bibliotecas, como la soñada por Borges, en donde podremos acceder al conocimiento universal, que literalmente está en nuestras manos. Sin embargo, los apocalípticos apuntarían a problemas fundamentales que negarían esta visión: ¿De qué sirven las super bibliotecas si no democratizamos la información y sólo queda en las manos de unos cuantos? Dicho de otra manera, nos movemos entre el territorio fronterizo entre el miedo y la esperanza. ¿Qué podemos hacer? Esta es la gran pregunta que invita a una reflexión universitaria rigurosa y a la vez imaginativa como la que convoca El Aleph en su edición 2024.

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